Determinar el valor real de una propiedad es el principal requisito de una buena negociación de compra-venta. A veces incurrimos en el error de hacer una tasación personal, casi siempre muy elevada, más acorde con nuestras necesidades de liquidez que con la realidad y, lo que estamos haciendo, es perjudicar lo que podría ser un rápido y beneficioso proceso de negociación y sentar, más bien, un mal precedente en el trato con el posible comprador, que olvidamos que es una persona que al salir a comprar ya se dio el trabajo de analizar el mercado, visitar propiedades similares, consultar con su banco sobre una posible financiación y tiene las cosas muy claras, respecto del valor de las propiedades y de los montos que dispone para pagar. Es un error establecer un precio de venta sobre valuado, pensando en que SI NO PEGA, podremos ir reduciéndolo. Cuando ofertamos, públicamente un precio y luego lo rebajamos, estamos enviando un pésimo mensaje: Que todavía podríamos seguir bajándolo, en la medida en que realmente necesitemos vender. Establecer, desde el principio, el precio de venta correcto aún cuando esté por encima de propiedades aparentemente similares, pero cuyo monto se sustenta con pruebas de revalorización física y de excelentes entorno y vecindario, refrendadas por una adecuada Tasación, es la manera más segura de tener éxito en la transacción. Lo contrario, también es malo. Por ejemplo, mi propiedad vale, realmente como 10, que una correcta Tasación podría avalar, pero tengo miedo de no venderla y la ofrezco en 8; esto puede generar dos cosas negativas; una, que el posible comprador desista porque crea que hay algo malo en la propiedad que no se aprecia a simple vista y por eso el precio bajo, o dos, que se haga la venta y luego nos demos cuenta de lo que hemos dejado de percibir.

LA TASACIÓN es un proceso simple y seguro, que determina el valor real de una propiedad mediante el uso de parámetros y tablas nada complicadas, que se aplican a la estructura y apariencia física de la propiedad, a los que se añade la consideración del entorno, del vecindario y, de ser posible, del futuro urbano de su ubicación. No son medidores ni valores subjetivos, sino reales y se ajustan a las condicionantes del mercado, en el momento de la venta.

En el caso de una repartición de herencia de una propiedad o su proceso de sucesión intestada, cobra más relevancia la necesidad de una correcta Tasación. Los herederos menos informados siempre estarán sujetos a la buena voluntad de los más audaces, sobre todo, cuando uno de ellos les propone adquirir las acciones de los demás. Nadie debería prestarse a este tipo de negociación familiar, si no tiene la certeza de que el valor es el correcto, lo que sólo puede certificar una buena Tasación.

Finalmente y, no menos importante, valorizar indebidamente una propiedad es un grave error cuando se requiere la intermediación de una Hipoteca Bancaria. Las entidades bancarias sólo prestan hasta un máximo del 66-80 % del VALOR REAL de la propiedad, respaldado por una Tasación cierta. Si la Tasación realizada a priori es baja, los bancos ofrecerán prestar una cantidad menor de la que se está necesitando y si dicha tasación es muy alta, se denegará la Hipoteca porque existen requisitos financieros mínimos para garantizar dicho desembolso, además claro, que los Bancos ordenarán su propia Tasación.

La casa familiar, que tiene un valor sentimental para nosotros pero que no se condice con el valor real de mercado, no podemos pretender negociarla a un precio mayor al que una buena Tasación arroje. Y, por otro lado, esa casita antigua, de excelente área y ubicada en una zona residencial de baja densidad tiene, de todos modos, un valor de venta mucho mayor al que podamos creer que merece.

Una Tasación bien realizada, entonces, puede aclarar y hasta cambiar muchas de nuestras ideas sobre la venta, conservación, remodelación o ampliación de nuestra propiedad y asegurar, con ello, nuestro BIENESTAR INMOBILIARIO.